La próxima madrugada buena parte de los países del hemisferio norte atrasarán una hora sus relojes para dar paso a lo que se llama horario normal o de invierno.
Este cambio de hora, si bien es beneficioso en la mañana, porque amanece antes y con ello se ahorra energía, también conlleva a que anochezca con antelación, algo que a muchas personas afecta, en particular a quienes tienen predisposición a la ansiedad y depresión.
Según un artículo divulgado en el último número de la revista British Medical Journal, la gente es más feliz, enérgica y menos propensa a enfermar en los días largos y luminosos de verano, mientras que su humor tiende a rebajarse -y los estados de ansiedad y depresión a intensificarse- durante los días más cortos y grises del invierno.
Mayer Hillman, profesor emérito de la Universidad de Westminster (Reino Unido), y autor principal del estudio indica que los relojes no se deberían retrasar, ya que ello contribuye también a reducir el tiempo disponible para actividades al aire libre.
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