BRASILIA — Los brasileños se quedarán el domingo con las ganas de elegir para un tercer mandato a Luiz Inacio Lula da Silva, un humilde tornero mecánico que se convirtió en el presidente más popular de Brasil y logró colocar al país en el centro del escenario diplomático mundial.
"La esperanza venció al miedo" fue el eslogan que llevó a la Presidencia al ex obrero y líder sindical izquierdista. En las presidenciales del domingo los brasileños podrán elegir a su sucesora y delfina, la candidata oficialista y favorita Dilma Rousseff.
"Cuando el nordestino no muere antes de los cinco años, sobrevive mucho tiempo", afirma el presidente recordando su difícil historia y pobre infancia.
Lula nació en el árido y pobre noreste de Brasil en octubre de 1945, en el seno de una familia de ocho hermanos abandonada por el padre, y siete años después llegó a Sao Paulo como millones de sus coterráneos atraídos por la prometedora capital industrial de Brasil.
Fue vendedor ambulante y lustrabotas. A los 15 años inició su formación de tornero mecánico, y al final de los 70 se convirtió en el líder sindical que dirigió una histórica huelga que desafió a la dictadura (1964-85).
Tres veces fue candidato presidencial y perdió al frente de su Partido de los Trabajadores (PT), que fundó con sindicalistas, movimientos sociales, intelectuales de izquierda y de la Teología de la liberación.
En las presidenciales de 2002 utilizó el sentido práctico que luego caracterizó a su gobierno: se alió a José Alencar, un millonario empresario conservador que fue su vicepresidente, escribió una 'carta a los brasileños' comprometiéndose con el rigor fiscal y la estabilidad económica. Logró la presidencia con 53 millones de votos, prometiendo luchar contra la pobreza en uno de los países más desiguales del mundo.
La bonanza económica y los programas sociales que permitieron sacar a 29 millones de brasileños de la pobreza ayudaron al carismático Lula a ganar una popularidad de 80% al culminar su mandato: conquistó a ricos y pobres.
"Los brasileños van a votar el domingo por el bienestar y la mejora del nivel de vida que experimentaron en los últimos ocho años, y si eligen a Dilma Rousseff -el domingo o en la segunda vuelta electoral a final de octubre- es porque es la candidata de Lula y no pueden elegirlo a él", resume a AFP Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
Defensor del mundo en desarrollo, Lula entró por la puerta grande en la arena diplomática mundial, y la revista Foreign Policy lo comparó a "una estrella del rock de la escena internacional".
Este presidente que un día gritó que "de poco sirve ser invitado al postre en el banquete de los poderosos", participó de la creación de un nuevo estilo de gobernanza internacional, con creciente protagonismo de las grandes economías emergentes -Brasil entre ellos-, antes obviadas por las naciones industrializadas.
Lula coronó su mandato y su popularidad al lograr que Brasil albergara la sede de la Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olímpicos 2016.
El presidente vivió también momentos difíciles: en 2003 llegaba al poder con una economía desequilibrada y una grave crisis financiera impulsada por la desconfianza de los mercados hacia su gobierno.
Y en 2005 enfrentó un gravísimo escándalo de corrupción que casi le costó una moción de censura, cuando su partido fue acusado de pagar sobornos en el Congreso, con una millonaria contabilidad ilegal.
Una controversia más actual la constituyen las críticas a sus acercamientos a Irán y Cuba, sin expresar una posición más abierta en defensa de los derechos humanos.
Con todo, Lula deja el poder con una popularidad histórica, y al país con una clase media que abarca ya a la mitad de los 190 millones de brasileños, según datos oficiales. Además, el país prevé un crecimiento del PBI de 7,3% para 2010, con un mercado interno en expansión y las grandes empresas brasileñas invirtiendo en el mundo entero: una herencia perfecta para su candidata, que lidera con 51% los sondeos para el 3 de octubre.
La Constitución no permite un tercer mandato presidencial consecutivo en Brasil.
"Cuando el nordestino no muere antes de los cinco años, sobrevive mucho tiempo", afirma el presidente recordando su difícil historia y pobre infancia.
Lula nació en el árido y pobre noreste de Brasil en octubre de 1945, en el seno de una familia de ocho hermanos abandonada por el padre, y siete años después llegó a Sao Paulo como millones de sus coterráneos atraídos por la prometedora capital industrial de Brasil.
Fue vendedor ambulante y lustrabotas. A los 15 años inició su formación de tornero mecánico, y al final de los 70 se convirtió en el líder sindical que dirigió una histórica huelga que desafió a la dictadura (1964-85).
Tres veces fue candidato presidencial y perdió al frente de su Partido de los Trabajadores (PT), que fundó con sindicalistas, movimientos sociales, intelectuales de izquierda y de la Teología de la liberación.
En las presidenciales de 2002 utilizó el sentido práctico que luego caracterizó a su gobierno: se alió a José Alencar, un millonario empresario conservador que fue su vicepresidente, escribió una 'carta a los brasileños' comprometiéndose con el rigor fiscal y la estabilidad económica. Logró la presidencia con 53 millones de votos, prometiendo luchar contra la pobreza en uno de los países más desiguales del mundo.
La bonanza económica y los programas sociales que permitieron sacar a 29 millones de brasileños de la pobreza ayudaron al carismático Lula a ganar una popularidad de 80% al culminar su mandato: conquistó a ricos y pobres.
"Los brasileños van a votar el domingo por el bienestar y la mejora del nivel de vida que experimentaron en los últimos ocho años, y si eligen a Dilma Rousseff -el domingo o en la segunda vuelta electoral a final de octubre- es porque es la candidata de Lula y no pueden elegirlo a él", resume a AFP Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.
Defensor del mundo en desarrollo, Lula entró por la puerta grande en la arena diplomática mundial, y la revista Foreign Policy lo comparó a "una estrella del rock de la escena internacional".
Este presidente que un día gritó que "de poco sirve ser invitado al postre en el banquete de los poderosos", participó de la creación de un nuevo estilo de gobernanza internacional, con creciente protagonismo de las grandes economías emergentes -Brasil entre ellos-, antes obviadas por las naciones industrializadas.
Lula coronó su mandato y su popularidad al lograr que Brasil albergara la sede de la Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olímpicos 2016.
El presidente vivió también momentos difíciles: en 2003 llegaba al poder con una economía desequilibrada y una grave crisis financiera impulsada por la desconfianza de los mercados hacia su gobierno.
Y en 2005 enfrentó un gravísimo escándalo de corrupción que casi le costó una moción de censura, cuando su partido fue acusado de pagar sobornos en el Congreso, con una millonaria contabilidad ilegal.
Una controversia más actual la constituyen las críticas a sus acercamientos a Irán y Cuba, sin expresar una posición más abierta en defensa de los derechos humanos.
Con todo, Lula deja el poder con una popularidad histórica, y al país con una clase media que abarca ya a la mitad de los 190 millones de brasileños, según datos oficiales. Además, el país prevé un crecimiento del PBI de 7,3% para 2010, con un mercado interno en expansión y las grandes empresas brasileñas invirtiendo en el mundo entero: una herencia perfecta para su candidata, que lidera con 51% los sondeos para el 3 de octubre.
La Constitución no permite un tercer mandato presidencial consecutivo en Brasil.
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