Masacre en México: ‘Iban para EE. UU., los mataron uno a uno’
Ciudad Victoria, México. El Universal/GDA Los 72 indocumentados asesinados en San Fernando, Tamaulipas, iban en un camión rumbo a Estados Unidos cuando, entre el sábado y el domingo pasado, fueron interceptados por un convoy de Los Zetas.
Varias camionetas, según el relato del único sobreviviente de lo que es –hasta ahora– la peor masacre en la ola de violencia por parte del crimen organizado, le cerraron el paso al vehículo en el que viajaban las víctimas y los hicieron bajar de el.
Les advirtieron que eran “Los Zetas”. Uno a uno, los 58 hombres y 14 mujeres, entre ellos menores de edad, fueron colocados contra la pared dentro de una bodega.
Luego, se les obligó a quedarse con la cabeza baja y fueron fusilados con ráfagas de armas de alto poder. Al final, los asesinos remataron con el tiro de gracia a cada una de sus víctimas.
Entre los “fusilados” estaba Luis Freddy Lala, originario de Ecuador, quien se hizo el muerto. Esperó ahí, tendido, hasta que los victimarios se fueron y pudo escapar. Recorrió casi 22 kilómetros para contactar a personal de la Armada de México.
Matar o morir. Luis Lala narró que los maleantes les ofrecieron trabajo como sicarios, con una paga de mil dólares por quincena. Todos se resistieron y con el rechazo vino la masacre.
En principio, los marinos no le creyeron, ya que en otras ocasiones han sido emboscados con mentiras. Tras un reconocimiento aéreo en la zona, en el cual fueron agredidos, se percataron que había indicios de verdad.
El martes por la mañana, con mayor personal y pertrechos llegaron hasta el rancho y descubrieron los 72 cuerpos dentro de una bodega de maíz abandonada.
Estaban maniatados y con los ojos vendados. Lala comentó que entre ellos había gente que venía de Brasil, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala.
No obstante, aún no hay indicios de que hubiera algún costarricense entre las víctimas.
Una de las hipótesis sobre la masacre considera que los asesinos están enviado un mensaje de temor a quienes se resisten a trabajar para ellos o bajo sus órdenes, especialmente a los ilegales que cruzan hacia Estados Unidos.
El secuestro y asesinato de migrantes es una fuente de ingresos para las mafias mexicanas. Según un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de México, casi 10.000 migrantes ilegales, la mayoría de Centroamérica, fueron secuestrados en México en el 2009 con fines extorsivos por criminales y policías.
Familiares de cuatro guatemaltecos incluidos en la lista de 72 muertos confirmaron que habían recibido llamadas de hombres con acento mexicano que exigían el pago de rescates.
Daniel Boche, padre de uno de ellos, aseguró que le pidieron $2.000 para liberar a su hijo, de 17 años, que, le dijeron, tenían secuestrado.
Los crímenes detectados, casi siempre impunes, contienen rasgos de extrema crueldad. Generaron $25 millones a los grupos delictivos, según el informe del 2009.
El gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, expresó su preocupación y asombro por la extrema crueldad de los carteles.
Recordó que ha propuesto al Gobierno, entre otras medidas, “sellar la frontera de EE. UU. hacia México con el Ejército y la Marina para que ya no pasen más armas”. “Prácticamente todo el armamento que usan estos grupos de la delincuencia en todo el país pasa por la frontera”.