Vigilan al máximo la tumba del "Mono Jojoy"
El jefe militar de las FARC, abatido en septiembre de 2010, está sepultado en Bogotá. El cementerio está lleno de policías, agentes privados y cámaras de seguridad
Policías en moto custodian la zona del cementerio Apogeo, llamada Jardín de la Esperanza, sección de niños. Allí descansan los restos del líder guerrillero. Hay cámaras de seguridad en todo el pasillo -el número 66 y no el 666 como se especuló- y agentes de civil recorren incansablemente todo el lugar de día y noche. La lápida dice: "Víctor Julio Suárez Rojas, Enero 2 de 1951, Septiembre 22 de 2010".
El Tiempo informa que los empleados del cementerio tienen prohibido dar información sobre la ubicación de la tumba, porque las autoridades tienen miedo de que un comando de las FARC asalte el lugar y se roben el féretro.
El siniestro personaje de las FARC, acusado de fusilar hasta a sus propios hombres, tiene quien le lleve flores. Aunque no se sabe la identidad de quien se ocupa de cambiar los arreglos de la tumba, lo cierto es que las margaritas amarillas nunca llegan a marchitarse.
El 22 de febrero, el cadáver del guerrillero fue retirado de las instalaciones de Medicina Legal, donde permanecía desde septiembre y fue trasladado al cementerio de Bogotá, ya que, por decisión judicial, Víctor Julio Suárez Rojas, sólo podía ser enterrado en la capital por razones de seguridad.
En octubre, Peralta Rojas, quien afirmó ser su hermano por parte de madre, se sometió a una prueba de ADN para probar su relación. También reclamó el cuerpo una mujer llamada Lucero Suárez, quien dijo ser su sobrina, pero no pudo probarlo.
Los deseos de la familia eran enterrarlo en Cabrera, su localidad natal en el departamento de Cundinamarca (centro), pero el juez argumentó que por encima del derecho a duelo, "está la tranquilidad de los habitantes que podrían correr riesgos". En el sepelio de "Mono Jojoy", estuvieron presentes funcionarios de la Policía Judicial, pero, sobre todo, curiosos y un gran número de periodistas.
Con el correr de los días, los chismosos descubren su lápida y se acercan. Según El Tiempo, el vigilante amenaza con llamar a la Policía. "Les digo que estar aquí tiene orden de captura", exagera, y hace que abandonen el lugar.
Policías en moto custodian la zona del cementerio Apogeo, llamada Jardín de la Esperanza, sección de niños. Allí descansan los restos del líder guerrillero. Hay cámaras de seguridad en todo el pasillo -el número 66 y no el 666 como se especuló- y agentes de civil recorren incansablemente todo el lugar de día y noche. La lápida dice: "Víctor Julio Suárez Rojas, Enero 2 de 1951, Septiembre 22 de 2010".
El Tiempo informa que los empleados del cementerio tienen prohibido dar información sobre la ubicación de la tumba, porque las autoridades tienen miedo de que un comando de las FARC asalte el lugar y se roben el féretro.
El siniestro personaje de las FARC, acusado de fusilar hasta a sus propios hombres, tiene quien le lleve flores. Aunque no se sabe la identidad de quien se ocupa de cambiar los arreglos de la tumba, lo cierto es que las margaritas amarillas nunca llegan a marchitarse.
El 22 de febrero, el cadáver del guerrillero fue retirado de las instalaciones de Medicina Legal, donde permanecía desde septiembre y fue trasladado al cementerio de Bogotá, ya que, por decisión judicial, Víctor Julio Suárez Rojas, sólo podía ser enterrado en la capital por razones de seguridad.
En octubre, Peralta Rojas, quien afirmó ser su hermano por parte de madre, se sometió a una prueba de ADN para probar su relación. También reclamó el cuerpo una mujer llamada Lucero Suárez, quien dijo ser su sobrina, pero no pudo probarlo.
Los deseos de la familia eran enterrarlo en Cabrera, su localidad natal en el departamento de Cundinamarca (centro), pero el juez argumentó que por encima del derecho a duelo, "está la tranquilidad de los habitantes que podrían correr riesgos". En el sepelio de "Mono Jojoy", estuvieron presentes funcionarios de la Policía Judicial, pero, sobre todo, curiosos y un gran número de periodistas.
Con el correr de los días, los chismosos descubren su lápida y se acercan. Según El Tiempo, el vigilante amenaza con llamar a la Policía. "Les digo que estar aquí tiene orden de captura", exagera, y hace que abandonen el lugar.