Policía de Nueva Zelanda está "asqueada" de los saqueos, tras el sismo.
"Estoy francamente asqueado de esta gente que ve este desastre como una oportunidad de aprovecharse de personas vulnerables" declaró Russell Gibson, uno de los responsables de la policía.
La denuncia rebasa cualquier límite moral: según residentes, impostores que se hacen pasar por funcionarios, con los mismos atuendos reflectores que los equipos de socorro y falsas chapas oficiales, van casa por casa e intentan entrar en ellas para robar. También fueron señalados numerosos saqueos.
"Estoy francamente asqueado de esta gente que ve este desastre como una oportunidad de aprovecharse de personas vulnerables", declaró Russell Gibson, uno de los responsables de la policía, que reforzará la presencia de militares en las calles de Christchurch, donde el acceso está prohibido y rige el toque de queda.
El Ministerio del Consumo advirtió asimismo contra peticiones de donativos por correo electrónico, como si fueran de la Cruz Roja, que desvían a páginas de internet que piden los datos bancarios.
El sismo de 6,3 de magnitud derribó edificios de oficinas y enormes trozos de rocas de los acantilados en la zona de Christchurch. A dos días de la tragedia, las víctimas fatales son 113. Pero como desde la tarde del miércoles no se ha rescatado a nadie con vida, las autoridades teman que los 228 desaparecidos hayan muerto, lo que convertiría al terremoto en el peor desastre natural de la historia de Nueva Zelanda.
En tanto, el estadio de Christchurch, que será la sede de siete partidos del Mundial de Rugby que comenzará el 9 de septiembre, permanecerá cerrado hasta el 15 de marzo para proceder a evaluar los desperfectos causados por el sismo.
"Tenemos daños menores y reparables en las estructuras, desperfectos importantes en las calles vecinas y probablemente en las infraestructuras", indicó Vbase, la firma que regenta el estadio.
Mientras, la International Board (IRB, órgano supremo del rugby), reunido el martes y miércoles en Dublín, indicó que va a esperar "un tiempo" antes de examinar las consecuencias del sismo y tomar una decisión.