Un grupo de trabajadores lucha para controlar la central arriesgando su vida. "Llevan dentro el yamato-damashii (espíritu japonés)”.
Un grupo de entre 50 y 300 trabajadores permanece en el interior de la central de Fukushima intentando controlarla. La disyuntiva entre arriesgar la vida de estos operarios o abandonar la planta no se planteó. “El abandono es imposible”, aseguró el gobierno japonés cuando la empresa Terco resolvió la salida indefinida de los trabajadores de la planta, informó el diario español El Mundo.
El gobierno nipón pretende que estos operarios asuman la responsabilidad de su función y la cumplan, incluso, poniendo en riesgo su vida.
Los ‘héroes de Fukushima’, como ya se los conoce, son un grupo de hombres mayores de 60 años y no ganan más de 80 euros por días. El honor es uno de los motivos que los impulsa. “Llevan dentro el yamato-damashii (espíritu japonés)”, dijo un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial, según una crónica del diario español El Mundo.
Dos de los trabajadores que se ofrecieron para realizar tareas voluntarias dentro de la central están desaparecidos luego de la explosión registrada el martes pasado. Otros resultaron heridos y cinco murieron desde el tsunami.
La tarea de los trabajadores, además de intentar estabilizar el monstruo de Fukushima, es bombear agua de mar en los reactores fuera de control para contener el calentamiento de los núcleos. Actualmente se utilizan unas 14 bombas que fueron llevadas hasta la central para esa tarea.
El Ministerio de Sanidad japonés elevó el límite legal de exposición a la radiación a la que puede someterse cada trabajador para que puedan permanecer en la central, desde 100 a 250 milisievert. Según The New York Times, la nueva cantidad estipulada quintuplica el máximo permitido para los trabajadores de las centrales estadounidenses.
La protección con la que cuentan los trabajadores consiste en trajes contra la radiación, con respiradores y bombas de oxígeno. En los momentos de descanso se alojan en la central operativa, que cuenta con una protección especial contra la contaminación radiactiva.
La situación de los trabajadores remite necesariamente a lo ocurrido en Chernóbil el 26 de abril de 1986. Allí, luego del accidente nuclear unos 600 hombres y mujeres trabajaban desesperadamente para enfriar el reactor y contener la radiación. De ellos, 28 murieron a los pocos días.