Alemania logra cazar al "Dr. Muerte" Gunther Von Hagens
Gunther von Hagens ha hecho una fortuna gracias a la patente de la 'plastinación' de cadáveres humanos, que exhibe en macabras exposiciones internacionales. Pero mucho más complejo que la técnica de la 'plastinación' (retirar los líquidos de un cadáver y sustituirlos por acetona fría) es el entramado legal que protege su actividad, tejido por abogados internacionales que garantizan que la compra de cuerpos sin vida de presos de cárceles chinas no resulte punible (así como su procesado, exposición y venta en Alemania).
Las autoridades alemanas llevan una década detrás de Von Hagens, que, como último reclamo publicitario, anuncia que su propio cuerpo será 'plastinado' y expuesto después de su muerte, alcanzando así lo que él entiende por "vida eterna".
La Fiscalía de Heidelberg, sin embargo, ha encontrado un flanco débil por el que procesar a Von Hagens, no sobre la mesa del forense, sino en los tribunales y le ha acusado de un delito fiscal que asciende a casi medio millón de euros.
En la denuncia aparece también como acusada su mujer, Angelina Whalley, encargada de la administración de sus negocios y responsable también de la contratación entre mayo de 2005 y octubre de 2008 de la contratación 'en negro' de obreros polacos que trabajaban en los talleres que Von Hagens tiene en Heidelberg y Guben.
Lo que él describe como centros de investigación médica, por lo tanto, no son más que centros de economía sumergida en los que no trabajan científicos ni investigadores en formación, sino trabajadores polacos sin contrato que se ocupan del procesamiento de los cuerpos a las órdenes del 'Doctor Muerte' alemán.
El sumario de 133 páginas será visto por la Audiencia Provincial de Manheim y acusa a Von Hagens de "ocultar a la Seguridad Social y a Hacienda relaciones laborales reales y vitales para su actividad económica".
El negocio de Von Hagens ha ido creciendo hasta convertirse en toda una industria que alcanza hoy en día incluso la venta al por menor. En su museo-tienda de Guben, a 30 kilómetros de Berlín y en el que ocupa a 200 trabajadores, pasaron 150.000 visitantes desde su apertura en noviembre de 2006 hasta diciembre de 2010. Como 'souvenir' es posible comprar durante la visita desde una pezuña de vaca diseccionada y convertida en pisapapeles hasta el torso de una mujer partida por la mitad y con sus órganos a la vista. Una lámina de cerebro humano, realizado a base de moldes y vaciado de materia blanda, no supera los 1.500 euros.
Von Hagens se las ha arreglado para hacer pasar por legal su comercio pidiendo a los compradores de partes de cuerpos humanos que se acrediten como "personal cualificado", algo que puede acreditar cualquier profesor de primaria, personal sanitario e incluso un periodista.