Expertos en Hemingway rememoran su viaje a Perú en lancha que usó el escritor
Expertos en la obra del escritor estadounidense Ernest Hemingway rememoraron en aguas peruanas el viaje que el premio Nobel realizó a este país en 1956 en busca de imágenes para el rodaje de "El viejo y el mar".
Los especialistas en la obra del norteamericano, procedentes de España, Argentina y Perú, se encuentran en Lima celebrando un congreso llamado "El mar de Hemigway", que pretende sacar a la luz algunos aspectos menos rastreados de la obra del autor, de cuyo suicidio se cumplen ahora 50 años.
Biógrafos, profesores y escritores hicieron así un alto en sus actividades académicas para embarcarse en la lancha Miss Texas, la misma que Hemingway utilizó en su viaje a Cabo Blanco, en la costa norte peruana.
Fueron cinco semanas en la vida del estadounidense de las que casi no quedó ni rastro, en gran medida porque las tomas cinematográficas que debían servir para la película que entonces rodaba John Sturges (y que fue estrenada en 1958) nunca fueron utilizadas.
El autor había elegido las costas peruanas porque era aquí donde con más facilidad iba a encontrar merlines o peces aguja, estos pescados de 3 metros de largo y hasta 100 kilos de peso que podrían ilustrar perfectamente el conocido relato de "El viejo y el mar".
Merlines se pescaron, pero no está claro si fue el genial escritor el que lo consiguió: según Irma del guila, autora de la novela "Moby Dick en Cabo Blanco" , Hemingway fue el que hizo picar al pez, pero -al contrario que el viejo de su novela- no pudo sacarlo del agua por unos fuertes dolores en la espalda, y tuvo que ser un amigo suyo el que lo sacara del agua.
Aquel mismo barco de pesca, hoy reconvertido en lancha de recreo y trasladado lejos del norte peruano, hasta la Bahía de El Callao, sirvió para que Del guila y los demás expertos rindieran de algún modo homenaje a su admirado "Hem" .
En el Miss Texas no hay apenas memoria del escritor, a no ser por unos pequeños recortes de prensa que su actual propietario, Hernán Balderrama, tiene colgados en las paredes del camarote principal.
Tal vez por eso, los "hemingwayólogos" regalaron a Balderrama, a guisa de recompensa por este viaje sentimental, una primera edición en español de 1944 de otra famosa obra del autor: "Por quién doblan las campanas".
No está claro si los académicos tenían intención de brindar a bordo del Miss Texas a la memoria del viejo borrachín, pero Balderrama declaró su lancha libre de alcohol y humo, por lo que tuvieron que contentarse con unos refrescos.
Los académicos continuaron en la tarde sus estudios sobre el escritor, que incluirán estudios sobre su (verdadera o no) relación con el pisco, el aguardiente peruano: se sabe que le regalaron una botella de este licor, pero no hay constancia de que Hemingway la vaciara.
Mañana tendrá lugar una conexión por videoconferencia con el nieto del autor, John Hemingway, que ha explorado una de las facetas más desconocidas de su abuelo: su afición por el disfraz y el travestismo, que arroja ahora un halo de ambig edad sobre el "macho" que siempre se ha visto en el autor. EFE