El mandatario ecuatoriano Rafael Correa sostuvo tras su liberación que "se le salieron lágrimas de tristeza al ver cómo se derramaba sangre ecuatoriana", al tiempo de sostener que los policías rebeldes se "dejaron llevar por la infamia de los Gutierristas".
En un improvisado pero multitudinario mitin realizado en la Plaza Grande de Quito, Correa pidió un minuto de silencio por todos los caídos y agradeció a las democracias del mundo, entre ellas Perú por su apoyo mostrado.
"En nombre de esos caídos que todavía no sabemos cuántos son, hagamos un sentido minuto de silencio", pidió.
Dijo que jamás aceptó negociar bajo presión con aquellos efectivos a quienes calificó como desquiciados y vende patria.
"Inútilmente agredieron a mi Guardia Personal, que fue maltratada, pateada, tenientes con perforación pulmonar, hecho por desquiciados policías", manifestó mientras la población vitoreaba su nombre.
Informó que durante la operación de rescate del Hospital de la Policía resultaron heridos cinco efectivos.
Detalló que durante las horas en que estuvo secuestrado "no nos dejaban salir, llenos de amenaza y armados. Supuestos policías nacionales avergüenzan a la institución nacional, tendrán que salir de la institución nacional".
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