Cuando el trofeo cayó desde las manos del defensor madridista y fue a parar contra el suelo, y cuando el autobús pasó por encima para convertirlo en un amasijo de plata, había una persona que sufrió más que nadie: el joyero madrileño que se encargó de fabricar la copa.
"Venía de Valencia y lo oí en directo por la radio. Eran las 4.30 de la mañana. Pensé que era una broma, pero luego ya vi que iba en serio. Entonces decidí ir directo al Bernabéu en lugar de ir a casa", ha reconcido Federico Alegre, el 'padre' del trofeo, a EL MUNDO.
Una vez en el estadio, al que los jugadores se desplazaron después de su paso por Cibeles, el joyero explica que se dirigó al despacho de Agustín Herrerín, delegado del equipo, y que allí realizaron un balance de los desperfectos y decidieron los pasos a seguir. "Ahora trataré de recuperar la copa dañada: la peana destrozada, esas abolladuras...", asegura.
Pero mientras llegan las labores de reparación, los madridistas pueden estar tranquilos: "La Federación siempre lo tiene todo bien atado. Siempre hay un 'plan B'. Hay una réplica que viaja conmigo a las finales medio escondida, y ya se la entregué al encontrarnos en el estadio", nos cuenta Alegre, cuya familia lleva elaborando el trofeo desde 1940. Así pues, los jugadores del Real Madrid ya tienen entre sus manos la segunda versión de la Copa del Rey. Y es que ésta ha sido la primera vez en que ha tenido que activarse el 'plan B'.
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