Philippa Middleton, la hermana menor de Kate, fue la revelación de la boda real. El segundo hijo de Lady Di es un viejo conocido de la prensa sensacionalista.
Al parecer, a Pippa y a Harry los une mucho más que la edad -27 años- y el hecho de ser los segundones de sus respectivas familias. A ambos les gusta la diversión más de lo que el protocolo real suele tolerar. Según la enviada del Corriere Della Sera a Londres, Philippa quiso colgar bolas disco para iluminar la sala del trono para celebrar el casamiento de su hermana. Harry Windsor, por su lado, posteó en su Facebook videos con parodias de la ceremonia nupcial. Esto da una idea de cómo les gusta encarar la vida a estos dos jóvenes británicos.
Al menor de los hijos de Carlos de Inglaterra y Diana Spencer le encanta pasarla bien, hacer vida social, vestir con cierto desaliño y, de tanto en tanto, cometer algunos excesos, como acercarse a la botella más de la cuenta y meterse en líos. El físico no le ayuda a aparentar seriedad: el pelo rojizo y revuelto, la cara cubierta de pecas y la mirada pícara aluden más a travesura y calaverada que a solemnidad y etiqueta.
Pippa Middleton ofició de dama de honor y logró atraer muchas miradas. Enfundada en un sencillo pero elegante modelo de la misma diseñadora que vistió a su hermana, y a tono con ella, lució una silueta elegante y se mostró feliz y confiada durante toda la ceremonia.
La joven trabaja como organizadora de eventos, siguiendo el camino abierto por sus padres, que tienen una tienda de artículos para fiestas. Convertida de la noche a la mañana en una de las solteras más codiciadas de Inglaterra, ya no podrá evitar ser centro de atención de las revistas del corazón, siempre a la pesca de escándalos.
A Pippa y Harry les corresponden las limitaciones del rango de sus mayores, pero no los privilegios. El desafío para ambos "hermanitos" será estar a la altura de las exigencias y de la mirada crítica del público por la función que desempeñan otros, sin las ventajas ni la posición que tienen éstos. Su conducta -o su inconducta- repercutirá inevitablemente en la imagen de William y Kate, los flamantes duques de Cambridge.
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